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El cine llegó a América Latina en 1896, tras la primera exhibición de los hermanos Lumiére en 1895 en la ciudad de Paris. Desde esa época llegaran los equipos de rodaje, de proyección, y profesionales promoviendo el principio del desarrollo de producciones en esa región.
En el siglo XX se incrementa la diseminación de esa arte, en especial en Argentina, Brasil y México, y a partir de la década de 1930 América Latina despierta la curiosidad y el interés de muchos cineastas extranjeros que buscan paisajes, luminosidades y temáticas “exóticas” para sus películas; es el caso de Serguei Eisenstein que filma ¡Qué Viva México!. Surgen también empresas productoras cinematográficas, algunas con apoyo estatal como la Mexico Films, y otras por iniciativa de emprendedores particulares, como la Pecusa (Películas Cubanas S.A.). Las películas de ese período, en su mayoría, tenían como objetivo mostrar una América Latina que pudiera agradar a los extranjeros, con paisajes exuberantes y lindas mujeres.
En los años 40, hay el auge del “cine de lágrimas” y la producción de muchas comedias como las rancheras mexicanas, que mostraban la vida en el campo y difundían un discurso nacionalista. En Brasil, esa década y la de los años 50, son consideradas como la “fase de oro” para los estudios como Atlântida (RJ) y Vera Cruz (SP), que producían melodramas y principalmente comedias, conocidas como “chanchadas”.
También se destacaban empresas latinoamericanas como los Estudios Churubusco, de México, y Sono Films, de Argentina, que tenían una gran infraestructura y sus propios “stars-system”, que competían por la hegemonía del público latinoamericano en el continente, incluyendo las poblaciones en sur de Estados Unidos. El público latinoamericano cultivaba, junto a íconos de Hollywood, sus propios astros locales y se destacaban “divas” como María Félix, Ninón Sevilla, Rita Montaner, Dolores del Río, y galanes como Pedro Armendáriz, Fernando Soler, Jorge Negrete, Arturo de Córdova y Pedro Infante.
Directores consagrados de esa fase, como Juan Orol, Ramón Peón y el dúo formado por Emilio Indio Fernández y el cámara Gabriel Figueroa exploraban diferentes facetas de los dramas humanos, inspirados por las radionovelas, por el teatro de revista y por la producción norteamericana en el abordaje de toda especie de amores imposibles y de tragedias individuales.
Con el advenimiento del cine sonoro proliferaran los musicales, y la banda sonora pasa a ser un componente fundamental en la estructura de una película. Eses musicales tenían composiciones de Agustín Lara, Pedro Vargas, Ernesto Lecuona, Benny Moré, Pérez Prado, Carlos Gardel y muchos otros nombres famosos de la música latinoamericana, con sus rumbas, mambos, tangos, zarzuelas, valsinhas y toda la amplia gama de géneros musicales urbanos que la radio popularizaba.
Tras la II Guerra Mundial, nueva cultura cinematográfica se configura en América Latina, y al mismo tiempo que la producción hollywoodiana va ganando supremacía, hay la apertura de muchos cineclubes (muchos de ellos relacionados a las revistas de cine, universidades, asociaciones católicas y partidos comunistas), y el público se muestra abierto a alternativas y novedades en el campo cinematográfico. En la región surgen las cinematecas, y el neorrealismo italiano pasa a ser una referencia para los cineastas que se inspiran en la forma de hacer cine y en los abordajes de la realidad por el ángulo del hombre común. Posteriormente, el estilo construido por la nouvelle vague francesa también conquistaría sus adeptos entre los cineastas latinoamericanos.
Con la Revolución Cubana, a partir de 1959 tiene inicio una politización del cine regional, y también la creación de instituciones estatales como el ICAIC (Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos) en Cuba, que permanece hasta hoy, siendo escenario de un significativo “boom” del cine cubano, marcado por producciones que se convertirían en “clásicos” como algunos documentales de Santiago Álvarez y los largometrajes de Tomás Gutiérrez Alea. Otros importantes institutos surgieron y marcaron la historia del cine en América Latina, como el Instituto Nacional de Cine, en Argentina, la Chile Films y la Embrafilme, en Brasil.
Revistas especializadas también fueran creadas como por ejemplo la Cine Cubano (que aun circula), la peruana Hablemos de Cine, la venezolana Cine Al Día, la uruguaya Cinemateca Revista y la argentina Cine & Medios.
Los años 60 fue para la cinematografía latinoamericana muy importante pues en ese momento la producción, ficcional y documental, está comprometida con la propuesta de concienciación política, por el uso de circuitos alternativos de difusión y por ideas expresas en ensayos teóricos sobre cine, producidos en las décadas de 60 y 70, como Estética da Fome y Estética do Sonho, de Glauber Rocha, Hacia un tercer cine de los argentinos Fernando Solanas y Octavio Getino, y El cine imperfecto, del cubano Julio García Espinosa.
Varios movimientos nacionales se inician como el Cinema Novo en Brasil. En Argentina hay la creación del Grupo Cine Liberación que vehiculaba la idea de un “tercer cine” (diferente del hollywoodiano y del europeo) para América Latina, realizando el famoso La Hora de los Hornos (1968). En Bolivia, el cineasta Jorge Sanjinés produce documentales, hablados en aimara y español, que abordaban problemáticas de la población indígena, usando personas comunes como actores en películas como Ukamau (1966) que llevaba el nombre del grupo por él fundado. En Uruguay, ocurre la experiencia de la Cinemateca del Tercer Mundo (1969-1973), cuyo logotipo era un cineasta empuñando una cámara a modo de ametralladora y que tenía el objetivo de ser una cinemateca diferente, creada para reunir y difundir películas latinoamericanos de “carácter crítico y militante”.
En ese mismo período, empiezan los festivales de cine que se convirtieran en importantes puntos de encuentro y espacios de discusiones sobre los caminos estéticos e ideológicos que debería asumir el cine en el continente latinoamericano, en busca de una mayor autenticidad. La televisión empieza a ganar espacio, a partir de los años 50, pero el cine aun es un importante vehículo cultural, actuando como fuente de entretenimiento y sociabilidad, además de estimular la discusión sobre la identidad de la región. Algunos se destacarían como base de lanzamiento del movimiento que pasó a ser llamado de Nuevo Cine Latinoamericano (caso de los festivales de Viña del Mar, en Chile, y de las Muestras de Cinema Documental Latinoamericano en Mérida, en Venezuela).
En los años setenta, las dictaduras militares atingen el cine latinoamericano y muchos cineastas se exilian, principalmente en Europa. Algunos grupos superviven como el argentino Cine de la Base, que defendía la solidaridad internacional y distribuía clandestinamente sus películas en “comisiones de base”. En esa década, el cine chileno resuena el golpe del General Pinochet y se manifiesta por medio de obras de gran peso como La Batalla de Chile (1975-76). En 1979, pasa a existir el Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano, en La Habana, que se convierte una especie de gran encuentro anual para los cineastas latinoamericanos; ese festival trata de mantener viva la propuesta lanzada en 1967, año considerado hito de fundación de ese movimiento.
En los años 80, las dificultades habituales de producción y la competencia con las producciones “hollywoodianas” se suman a una estagnación creativa y el desencanto del público latinoamericano con las producciones nacionales. En esa fase, muchos cineastas buscan recuperar el gusto popular y recurren a narrativas diversas, adaptaciones literarias, filmes históricos y comedias que agradaran fácilmente el gran público. La dependencia en relación al Estado (o a instituciones estatales y a leyes de incentivo) para la captación de recursos financieros y subvención para la exhibición fueran las únicas formas que muchas cinematografías latinoamericanas encontraran para supervivir.
En fines del siglo XX se percibe una nueva “ola creativa”, y la producción cinematográfica de países como Argentina, Uruguay, Chile, México y Brasil realizan películas que retratan con más realismo la situación de la población marginalizada, dramas con los dilemas de la sociedad contemporánea, e incursiones memorialistas con relecturas del período de las dictaduras militares, entre otras temáticas abordadas. Directores como Lucrecia Martel, Pablo Trapero y Daniel Burman (Argentina), Andrés Wood (Chile), Juan Pablo Rebella y Pablo Stoll (Uruguay), Fernado Meirelles, Cláudio Assis y Karim Aïnouz (Brasil), Alejandro González Iñárritu (México), entre otros, dan un nuevo impulso al cine latinoamericano. Las producciones ganan visibilidad en el exterior, reciben premiaciones en Muestras Internacionales y garantizan alguna rentabilidad a sus realizadores, estimulando el surgimiento de jóvenes cineastas y esperanza para el cine latinoamericano en el siglo XXI.
En relación a la temática, el Memorial de América Latina, en consonancia con su misión, mantiene una videoteca con más de dos mil películas, principalmente latinoamericanas, y organiza mensualmente muestras de esas películas a los interesados. Además de eso, de acuerdo con las programaciones desde su fundación en 1989, que puede ser consultada en el Directorio de Eventos en la Biblioteca Virtual (www.bvmemorial.fapesp.br), promueve y apoya muestras, ciclos y festivales nacionales e internacionales de películas latinoamericanas.
Festivales y premiaciones existentes en América Latina y/o temas latinoamericanos:
• Argentina: Premios Cóndor de Plata, Festival Internacional de Cine de Mar del Plata, Buenos Aires Festival Internacional de Cine Independiente, Festival de Cine de UNCIPAR de Villa Gesell, Buenos Aires Rojo Sangre.
• Brasil: Festival do Rio, Festival de Gramado, Mostra Internacional de Cinema de São Paulo, Festival de Cinema Latino-Americano de São Paulo.
• Chile: Festival Internacional de Cine de Valdivia, Festival Internacional de Archivo Fílmico de Valparaíso, Festival Internacional de Cine de Viña del Mar.
• Colombia: Festival Internacional de Cine de Cartagena, Festival de Cine de Bogotá.
• Cuba: Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano de Habana.
• México: Festival Internacional de Cine Contemporáneo, Festival Internacional de Cine de Guadalajara, Festival Internacional de Cine de Morelia.
• Perú: Festival El Cine de Lima
Investigación/texto: Mariana Villaça, post doctoranda en Historia en FFLCH/USP con investigación sobre el cine latinoamericano.
Coordinación de la BV@L y temáticas: Marcia Rosetto
Otras informaciones sobre el tema pueden ser encontradas en el sitio web de la Biblioteca Virtual da América Latina – BV@L www.bvmemorial.fapesp.br
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