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La escultura Mão de Oscar Niemeyer se convirtió en símbolo por excelencia del Memorial y un marco urbano. Está pintada en tapias y túneles de la ciudad, al lado de reproducciones de los principales puntos turísticos de São Paulo. Ubicada en la Plaza Cívica, fue construida en hormigón apariente de 7 metros de altura. En su palma hay el mapa del subcontinente americano en bajo relieve, pintado en esmalte sintético rojo, semejante a sangre escapándose. Esa Mão abierta está tendida para los pueblos hermanos. Sobre ese aspecto, dice Niemeyer: “Sudor, sangre y pobreza marcaron la historia de esta América Latina tan desarticulada y oprimida. Ahora urge reajustarla en un monobloque intocable, capaz de hacerla independiente y feliz.”