COLUNA
El Vaticano está en Roma, pero no es exactamente Roma

Foto Memorial da América Latina
Por João Carlos Corrêa
Director Cultural y Jefe de Gabinete de la presidencia de la
Fundación Memorial de América Latina
Especialista en Gestión Cultural (PUC-RJ); en Periodismo Cultural y de Entretenimiento (Belas Artes-SP); y maestrando en Gestión y Políticas Públicas (IDP-SP)
El Vaticano está en Roma, pero no es exactamente Roma, ¿se han dado cuenta de eso? Tal vez algunas personas incluso olviden ese pequeño detalle geográfico, porque el Vaticano está en el imaginario de muchos por su significado espiritual y religioso, y no por su ubicación espacial.
Lo mismo ocurre con el Memorial de América Latina. Sí, está en São Paulo, pero no se limita solo a una dirección, a un museo o a un espacio para grandes eventos y destino de excursiones, sino que es un símbolo que alberga historias, sueños y raíces de muchos que cruzaron fronteras en busca de un nuevo comienzo.
El otro día, en una de mis muchas conversaciones con el Dr. Pedro Mastrobuono, presidente de la Fundación Memorial, debatíamos sobre cómo este espacio se ha vuelto tan acogedor para quienes llegan de lejos. Para las centenas de miles de bolivianos, haitianos, venezolanos, peruanos y tantos otros que hoy viven en São Paulo, el Memorial no es solo un conjunto de edificios con dos enormes plazas, sino su segunda casa. Escuchamos juntos el testimonio de una joven inmigrante, que contaba lo difícil que fue llegar a un país donde todo era diferente: el cielo, los colores, el idioma e incluso el modo de ser de las personas. Pero que, cuando pisó el Memorial, vio su propio país vivo en las exposiciones, escuchó su música en las fiestas, encontró rostros familiares y otros que, como ella, estaban empezando de nuevo. En ese instante, estaba en casa otra vez.
Esa alegría no es exclusiva de aquella joven y yo soy testigo de ello. Todos los días, excursiones con estudiantes y visitantes de los más diversos países nos prestan la misma sensación de unicidad, de encanto y de pertenencia en el Memorial. Justamente por eso el Memorial es un lugar de encuentro, donde América Latina se reconoce y se fortalece. Aquí, la cultura no queda guardada en vitrinas. Baila, canta, discute, se reinventa.
Tenemos la certeza de que, en un futuro muy próximo, seremos reconocidos como patrimonio cultural de la humanidad y memoria viva de América Latina. Al fin y al cabo, somos referencia en acogida y en garantía de voz y visibilidad para una historia que no puede y no será silenciada.
Tenemos un largo camino por delante, pero ya vemos los frutos. Cuando un consulado o una asociación de arte latino organiza una fiesta tradicional, cuando estudiantes debaten soluciones para problemas que atraviesan fronteras, cuando una artista expone su obra y ve a su pueblo representado, todo eso es semilla de algo mayor. Nuestra visión de futuro para el Memorial ya se está realizando, no solo por las paredes que lo sostienen, sino por la vida que late dentro de él.
Ese legado toma cada vez más forma con el trabajo que hemos venido realizando en esta gestión conducida por el presidente Pedro Mastrobuono, siguiendo la dirección de las mejores prácticas de gobernanza colaborativa y de una fuerte actuación en las venas de la economía creativa de nuestro estado, lo que también nos ha consolidado como un polo gastronómico y referencia en la producción cultural y académica.
No es un trabajo fácil, pero es gratificante y lleno de significado. La percepción del valor público que hemos alcanzado es más palpable cada día. Al final de la jornada, cuando veo a alguien salir de aquí con una sonrisa o con la mirada más liviana, recuerdo por qué hacer lo que hacemos. Eso es el Memorial: un lugar donde el pasado y el futuro se encuentran, donde América Latina se ve reflejada y sigue adelante, más fuerte y más unida.